Construcciones civiles
Las ciudades fueron los grandes centros de la convivencia y en general de la civilización romana. En España destacaron las ciudades de Tarragona, Sagunto, Cartagena, Barcelona, Córdoba, Sevilla, Itálica, Mérida, Zaragoza, Valencia, Toledo, Segóbriga, Lugo, Astorga, León, etc.
Estas ciudades romanas necesitaron amurallarse para defenderse de las agresiones. Algunas de ellas lo hicieron al comienzo de la romanización, cuando las guerras con los pueblos celtíberos eran una amenaza real (Tarragona, Córdoba y Carmona). Las demás lo hicieron sobre todo en el siglo III, con las primeras invasiones germánicas.
En estas ciudades se construían edificios públicos para diferentes servicios y actividades (económicas, deportivas y de esparcimiento). Frecuentemente estos edificios se situaban en el foro, verdadero centro neurálgico de la urbe romana. Las termas eran grandes complejos arquitectónicos de esparcimiento y salud pública, donde se establecían baños de diferentes temperaturas (fría, templada, caliente, sauna) en salas distintas.
La basílica, edificio de tres naves separadas por columnas y con rematado en ábside, era el lugar dedicado a las transacciones mercantiles y servía también de juzgado. En la curia se celebraban reuniones políticas.
Algunos de los edificios más emblemáticos del mundo romano fueron los dedicados a los espectáculos. Solían estar cerca de la ciudad, pero fuera de las murallas.
El teatro romano, heredero del griego, dedicado a la representación de obras de dramaturgos clásicos, tenían forma semicircular y se dividían en orchestra, escenario y cavea o graderío. El anfiteatro, espacio ovalado fruto de la unión de dos teatros por la escena (de ahí su nombre) se usaba como lugar para la contemplación de luchas de animales, gladiadores, ejercicios circenses, simulación de batallas navales, etc. Por último, el circo, estaba destinado a carreras de cuádriga y era un espacio muy alargado en cuyo centro se colocaba la espina con grandes estatuas.
De la Hispania romana, quedan importantes restos arqueológicos de teatros romanos, como el de Mérida, de gran belleza e importancia, pero también citamos los de Tarragona, Sagunto, Pollentia, Clunia, Osma, Toledo, Itálica, Regina, Málaga, Medellín, etc. En cuanto a anfiteatros, en aceptable estado quedan el de Itálica (el cuarto en tamaño de todos los romanos), Mérida, Tarragona y Segóbriga. Circos, se han localizado los de Tarragona, Calahorra, Mérida y Toledo, aunque dada su enorme extensión -el de Merída llegó a tener 435 metros de longitud- no han sido demasiado respetados por el tiempo y las obras acaecidas durante los muchos siglos posteriores. También, su material pétreo ha sido utilizado como cantera popular para la construcción de otros edificios.
En el terreno de las construcciones conmemorativas, se levantaron grandes columnas, pero sobresalen, por su belleza, los arcos de triunfo, edificios levantados con arco sencillo o triple, en los accesos a las ciudades para celebrar algún éxito militar o realzar la figura de algún político. En España tenemos el arco de Medinaceli, el de Bará y Cabanes. Lamentablemente, el de Caparra, de espectacular estructura cuadrifonte, está peor conservado.